Votar en conciencia y con libertad
13 de Noviembre de 2013
 
Comentario de Monseñor Cristián Contreras Villarroel Obispo Auxiliar de Santiago, publicado en el Periódico Encuentro, en su edición de noviembre.

 

 

 

Las papeletas de voto son cada vez más grandes y los postulantes son múltiples; no hay claridad de programas; los "debates" no son tales y se han transformado en lugares de agresiones irracionales; y lo más curioso es que el "sistema binominal" no permite conocer las diferencias entre los dos grandes polos en disputa, sino entre los mismos compañeros de lista.

Añadamos a ello que en las elecciones municipales de octubre del año pasado, el nivel de abstención fue de casi el 60% del electorado. Esa es la realidad. Por lo tanto, la decisión para votar en estas próximas elecciones es cada vez más compleja. Pero no por eso hay que evadir la responsabilidad que nos compete como cristianos de cara a la construcción de la sociedad civil de la que todos somos parte.

Votar en conciencia e informado es un deber para nosotros, pues según nos explica el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 395): "el sujeto de la autoridad política es el pueblo, considerado en su totalidad como titular de la soberanía. El pueblo transfiere de diversos modos el ejercicio de su soberanía a aquellos que elige libremente como sus representantes". Por eso, para custodiar la democracia y demandar legítimamente a las autoridades lo que nos parece justo y necesario, es imprescindible haber participado en los procesos electorales.

Es cierto que el actual escenario no es fácil para decidir. Nos alegra que prácticamente todos los candidatos y candidatas a Presidente, parlamentarios y consejeros regionales, hagan un hincapié de mayor justicia social y equidad para la Patria. No obstante, se echa de menos más candidatos que se la jueguen abiertamente por el humanismo integral y solidario que promueve la Iglesia, donde hombre y mujer son concebidos como seres depositarios de una dignidad única, dotados de aquella libertad y trascendencia que proviene del hecho que han sido creados a imagen y semejanza de Dios.

¿Y cómo decidir, entonces? Hay principios que no debieran ser negociables para un católico: la defensa irrestricta de la vida desde su concepción hasta su muerte natural; la protección de la naturaleza social de la humanidad, fundada hasta biológicamente en el nacimiento a la vida de la unión de varón y mujer. Estas realidades no son las únicas que debieran ser llamadas "valóricas". Lo valórico también apunta a la dignidad integral de las personas, que requieren soluciones habitacionales dignas, acceso igualitario a la salud y a la educación, y un cuidado del medioambiente para que Chile sea un país sustentable. Esos también son valores que hay que considerar, y que cada cual habrá de resolver, siempre con libertad de conciencia, cotejando las propuestas y valores promovidos por los postulantes a los cargos.

Es fundamental para la vida de los cristianos que nos involucremos en la construcción de la sociedad. El Papa Francisco nos ha llamado a salir de los templos para hacer presencia en las periferias geográficas y existenciales del mundo. El deber cívico de votar en las próximas elecciones es un modo de acoger el llamado del Santo Padre, y del mismo Jesucristo, que vino a servir y no a ser servido. 


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